Bienvenido seas a este espacio para el reencuentro del ser. Nada es casualidad, no hay accidentes en el mundo de la voluntad. Por eso celebro y bendigo esta magica sincronia, y elijo creer que el universo nos permitió crear este lazo. Es hora de despertar, las energías del viejo mundo han quedado atrás y el Nuevo Mundo te exige vivir en conciencia, armonia y amor. Que fluya el conocimiento! Que es la llave de la libertad!
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domingo, 6 de octubre de 2013
MANTRAMS
¿Qué sabemos acerca de la Naturaleza tras de su velo?
MANTRAMS
"La combinación fonética hecha con sabiduría produce los mantrams. Así, pues, un mantram es una sabia combinación de las letras cuyos sonidos determinan efectos espirituales, anímicos y también fisicos."
- Del Libro: LOGOS MANTRAM TEURGIA -
Todo en la Naturaleza tiene su nota clave y, si empleamos la invocación adecuada, recibimos respuesta inmediata. Colocad dos pianos en una sala y golpead la nota. La de uno de ellos y la del otro vibrará en armonía. Este es uno de los secretos de la magia de la Naturaleza; cuando uno obtiene respuesta de una cosa, es porque está sintonizado con la conciencia de la misma. La Naturaleza actúa de esta manera, y nosotros relacionamos nuestra mente con su pensamiento. El murmullo del arroyuelo, los sonidos de los vientos y del ramaje estén clasificados como ondas sonoras de nota similar, y antes de oír tales sonidos oiremos la nota clave de la Naturaleza. Al emplear la magia de ésta, nos sintonizamos primero con su nota, y esto nos unirá con la corriente o cascada determinada que deseemos oír, aunque esté muy lejos. Este es otro ejemplo de la energía determinativa de la Naturaleza, que precede al sonido como precede al pensamiento.
Servir a un Maestro es ser su discípulo, y ser su discípulo es convertirse en instrumento de su energía. No es fácil aprender la ley del mago; porque es muy exigente y nadie puede adquirir tal conocimiento, sin un entrenamiento cuidadoso y arduo. De la misma manera como aspiramos a convertirnos en instrumento de la Aurora de Juventud y manifestar su inteligencia, de la misma manera el mago se ha de sumergir en su propia Aurora de Juventud individual, antes de que pueda hacer que algo obedezca a su dirección. Es decir, que ha de hacer dos cosas: ha de regir la conciencia de la Naturaleza y, al mimo tiempo, continuar siendo su pupilo. En todo lo que pertenece a esta ciencia hay un puente que cruzar, antes de que uno pueda obtener la aprobación de cualquier potencia.
Los Maestros de los Maestros de Magia renuncian a todo, y se retiran de la humanidad. Luego ayunan y refrenan sus deseos hasta dominarlos. Ya no imprimen sus deseos en el centro umbilical; porque en el mismo está el instrumento para la magia, y del mismo se extrae la fuerza para el entero sistema. Existe, además; un elemento que puede emplearse para el mayor mal, lo mismo que para el mayor bien, y el mago ha de elegir entre estos dos principios. El bien acelera nuestro avance hacia nuestro destino divino; el mal nos lleva, más rápidamente, a las profundidades de nuestro Enemigo Secreto, donde nos convertimos en instrumentos de éste. Si queremos desarrollar nuestros poderes mágicos, nos situamos dentro de esta energía y utilizamos la fuerza regidora, según la dirijamos, para bien o para mal. El objetivo en magia es vencer a toda fuerza que se nos oponga. Las personas que aspiran a unirse con su Intimo, no tienen gran interés en fenómenos de esta clase; porque comprenden que no aceleran su avance en el Sendero hacia su Intimo.
En nuestro sistema central, observamos una delgada membrana, que cubre los órganos que registran, intermitentemente, las corrientes sutiles de la Naturaleza que los atraviesan, durante el día y la noche. Estos órganos son cajas de resonancia, mantenidas unidas por sus estructuras atómicas. Cada una registra una longitud de onda diferente, y sus vibraciones emiten un sonido audible. Nuestras diferentes células nerviosas físicas son similares a esos órganos, y están sintonizadas para recibir ciertas vibraciones. Para evocar la actividad de nuestros centros atómicos latentes, empleamos las siete vocales de la Naturaleza, llamadas mantrams.
En el futuro, los médicos emplearán tales mantrams, en vez do la farmacopea corriente. Empezamos haciendo resonar nuestra nota en la Naturaleza y aprendemos a hacer vibrar cada centro en nosotros. Por ejemplo, si nuestra atmósfera está adormecida y perezosa, despertamos el centro situado en la base de la laringe, y sentimos una gran afluencia de átomos, que aclaran la atmósfera y nos ponen en contacto con los Señores elementales de la Mente. Esta es una forma de cultura física para la atmósfera mental, y la persona más insensible debiera sentir esta clarificación de su atmósfera. A veces, un actor, que libera inconscientemente esta fuerza, consigue poner a su auditorio a tono con su mente. Esto es lo que se llama triunfar en las tablas.
Estos mantrams son secretos y se enseñan, únicamente, al buscador sincero. Después de evocar un centro, mediante invocación sonora, escuchamos atentamente y, si nuestra aspiración es pura, nuestro Guardián o Intercesor nos vincula con el centro con el cual deseamos ponernos en contacto. Por este método se evoca a todas las diferentes esferas de naturaleza elemental. Podemos también evocar cualquier condición de la naturaleza inferior, mucho más fácilmente que las de orden superior; por cuanto es para nosotros más fácil pensar hacia afuera que hacia adentro.
Podemos limpiar nuestra atmósfera mental por medio de mantrams sonoros; así, también, al abandonar nuestros cuerpos en un vuelo mental, bañamos nuestra atmósfera en un elemento más sutil de la Naturaleza, y esto nos limpia como el agua limpia nuestro cuerpo físico.
No importa cuán grande sea el tumulto que rodee a un yogui, éste puede aislarse fácilmente y cortar toda comunicación con el exterior, fijando su atención en lo interno.
El hombre primitivo entendía estos mantrans, y algunas de las tribus indias de América entonan los mismos sonidos mántricos de Oriente. Los indios Zunis emplean los mismos cantos mántricos al Sol.
En cierto período del desenvolvimiento del estudiante, se le da, para meditar, la palabra sagrada y entonar la invocación de la misma; aunque esto resultaría inútil, si se diera por escrito. Llega el momento en que se da al estudiante su nombre real. Esta es su llave para penetrar en los estados de conciencia alcanzados, y le abre sus posesiones perdidas en la Naturaleza, que, por medio de la magia él mismo cerró antes de encarnar y que tiene que abrir al volver a su conciencia en su sistema secundario.
Cuando el buscador sincero traspone el velo, gravita hacia su nivel superior, y su gran recreo es reabrir sus perdidas posesiones en la Naturaleza. El recoge este material y lo cierra, por arte de magia, para que nadie más que él pueda tocarlo. Conociendo el gran ‘valor de este tesoro para la humanidad, trata durante la siguiente encarnación, de ponerse en contacto con sus esferas internas y revelar al mundo tales tesoros; los cuales pone al descubierto por medio de esta llave, o sea, su nombre real.
Cuando el estudiante desea hacer vibrar su sistema físico, secundario y central, evoca la fuerza súper-solar (el principio determinativo en la Naturaleza), o sea, nuestro Sol físico y a Mercurio (los Señores de la Mente), haciendo vibrar sus notas. Esto armoniza sus cuerpos para recibir las corrientes de energía atómica de aquéllos, y las vibraciones de su Íntimo.
La misa primitiva de la Iglesia romana, se suponía que hacía eso mismo; pero si uno preguntaba a las autoridades de la Iglesia, contestaban que, por lo que ellos sabían, la celebración de la misa era en conmemoración de ocurrencias del pasado. El canto, en las iglesias, no es más que un reflejo de una antigua ceremonia de invocación mántica.
Al entrar en un conjunto de aldeas, el yogui produce generalmente, algún fenómeno para atraer a la multitud. Entona un mantram, al objeto de hacer vibrar el cuerpo físico, psíquico y mental de su auditorio, y luego explica algún texto sencillo de alguno de sus libros sagrados. Al vibrar su cuerpo, hace vibrar los cuerpos de su auditorio, lo que permite que sus yoes superiores sean impresionados por su discurso; de esta manera, sus oyentes recordarán lo que ha dicho.
Cuando penetramos en nuestro sistema secundario, oímos la nota de la Naturaleza; una oleada teúrgica de sonido inaudible para los sentidos normales. Esta nota se evoca cuando el adepto desea producir fenómenos naturales; porque, si observamos una energía y la entrelazamos con nuestra propia longitud de onda, tenemos una nota tónica que sólo puede utilizarse como la Naturaleza quiera.
Las notas de la Naturaleza aumentan y decrecéis durante el día, y nuestros centros responden y cambian, en armonía con tales notas.
Contemplando el mundo desde un estado interno, el hombre lo ve como una ilusión, creada por él. Cambiase la mente en una vibración de la Naturaleza, y la tierra se verá como vapor. Los cerros y las montañas desaparecen; la superficie de la tierra se desvanece y, gracias a este cambio mental, la Naturaleza revela sus secretos y nosotros tratamos de obedecer sus leyes.
El lector dirá: “Pero, cómo lamentaría perder la belleza de este mundo”. La recompensa de la Naturaleza es triple, al darnos tres atributos, que son tan maravillosos, que temblamos al retornar a su velo exterior. Estos tres atributos son: Sabiduría, virtud y comprensión. No la sabiduría, la virtud y la comprensión de este mundo, sino la contraparte superior de las mismas.
Al penetrar en nuestro sistema secundario, se nos dice que sintamos lo que hemos ganado de nuestra educación objetiva. Al pasar de vida a vida, y volver a experimentarlas en este plano, descubrimos que, nuestra verdadera educación es únicamente lo que hemos experimentado y aprendido para gobernarse a nosotros mismos. Más tarde, al entrar en nuestro período de Transformación, recordamos la sabiduría adquirida, en cada vida individual, y vemos con cuánta frecuencia hemos perdido la verdadera experiencia, para adquirir la cual habíamos encarnado. Comprobamos nuestros fracasos y vemos cuán difícil era recuperar la experiencia que habíamos decidido adquirir a1 encarnar.
Ciertas figuras bien conocidas de la historia recordaban sus ‘vidas pasadas; y los lugares donde habían vivido. Pitágoras es un buen ejemplo....
"Conociendo algunas encarnaciones de un amigo, persona muy distinguida, lo llevé a un lugar apartado de París y lo hice entrar en un calabozo en el que, en una vida anterior, había estado preso y en el que murió. Entonces, le pregunté si no le llegaba alguna sensación; de pronto rompió a llorar; porque el recuerdo de aquella vida pasada volvió, y experimentó de nuevo el mismo tormento.
No es agradable volver a pasar por tales experiencias, como la de recordar haber sido quemado en la hoguera. Uno ve la multitud excitada; la mente cruza el río y recorre el camino hasta el palacio donde vivía el déspota, que dio la orden de ejecución, quien, uno sabía, que la observaba desde su terraza; hasta los edificios aparecen de nuevo como en el pasado."
A veces, se enseña a los estudiantes un proceso de ordalía por el fuego, de manera que, más tarde, ya no lo temen. Esto lo emplean los sacerdotes sendas del Japón para curar enfermedades. A las clases guerreras del Japón, también, se las entrena para que soporten el dolor; por esto es que el Occidente se maravilla ante sus cualidades para la lucha.
No creemos que, el verdadero conocimiento sobre la reencarnación se dé, sino después de algún tiempo; aunque se habla comúnmente de ella entre los ocultistas y los estudiantes de la filosofía budista. Los sufis, además de otros místicos comprendieron esto; pero no trataron muy extensamente del asunto. Hay preguntas que el hombre nunca se las ha formulado; cuestiones secretas, que el Intimo podría resolver. Como niños en una noche obscura, vagamos de aquí para allá, tratando de encontrar, nosotros mismos, un camino para salir de esta oscuridad.
Sin embargo, nunca nos formulamos las preguntas que nuestro Íntimo podría contestar. Generalmente, al acercarse el fin de la vida, es cuando uno hade ciertas preguntas, las cuales, si se hubieran hecho en la juventud, hubieran sido el medio de cambiar la vida entera; uno, entonces ve, cuántos años de esfuerzo infructuoso se hubiera ahorrado, si se hubiera hecho tales preguntas.
¡Cuántos, en su meditación, se han formulado preguntas como si hablaran a su Intimo? Piden cosas a la Realidad, a Dios, y hablan a Este; pero, ¿reciben alguna vez una contestación directa?
El camino a la Realidad es el Intimo, la porción de Realidad en nosotros; si aspiramos, y formulamos una cierta pregunta, al contestar el Intimo, quedará resulto el problema, que todo buscador serio trata de resolver. Esto está simbolizado en Parsifal de Wagner.
Fuente y cortesia de la nota: https://sites.google.com/site/druida7mistico/
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