Maestro… Enséñame el camino para encontrar mi verdad.
El maestro respondió:
-Tu verdad solo la hallaréis cuando encontréis tu otra mitad.
¿Cuál es esa mitad?
-Vuestra alma… vuestra alma gemela
¿Cómo sabré cuando la encuentre?
-Lo sabrás… simplemente lo sabrás...
Cuando dos almas se encuentran, los cuerpos son parte de ese amor y son dos seres que se aman como nunca amaron.
Se buscan sin saber por que… Se encuentran y ya no quieren más partir. Se sienten, se adivinan, se imaginan…
En la plenitud de su encuentro sienten que no pueden vivir a pleno, un amor intenso, un amor callado, un amor silente, increíblemente bello y apasionado.
Un amor sin palabras… que sin embargo escuchan, que sin embargo dicen…
Un amor pleno de decires armoniosos, que producen los sentires dentro de sus almas, almas gemelas que en un tiempo partieron, sintiendo el dolor de la separación y buscando la dicha del reencuentro.
Son las almas que, en comunión de besos ausentes vibran con cada decir, produciendo en su sentir espléndida emoción.
Son las almas que no encuentran la razón de su locura… pero que aceptan que en ella está su única razón, la razón que la misma razón no entiende pero que entiende su corazón.
Y así… comulgan en silencio buscándose… sintiéndose… deseándose, anhelando la dicha del reencuentro, pleno de un excitante y real amor.
Almas gemelas que el ayer separó y el hoy… junta de nuevo para retomar su amor...
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