"SOMOS SERES SAGRADOS".
La Abuela Margarita, curandera y guardiana de la tradición maya, se crió con su bisabuela, que era curandera y hacedora de milagros como ella lo describe. Sabia practica, conoce los círculos de la danza del sol, de la tierra, de la luna, y la búsqueda de visión.
Pertenece al consejo de ancianos indígenas y se dedica a sembrar salud y conocimiento a cambio de la alegría que le produce hacerlo, porque para sustentarse sigue cultivando la tierra.
Cuando viaja en avión y las azafatas le dan un nuevo vaso de plástico, ella se aferra al primero: “No joven, que esto va a parar a la Madre Tierra”.
Rezuma sabiduría y poder, es algo que se percibe con nitidez. Sus rituales, como gritarle a la tierra el nombre del recién nacido para que reconozca y proteja su fruto, son explosiones de energía que hace bien al que lo presencia; … Y cuando ella te mira a los ojos y te dice que somos sagrados, algo profundo se agita dentro de tu ser....
CHARLA CON LA ABUELA MARGARITA:
-¿Abuela Margarita, dónde vamos tras esta vida?
-¡Uy hija mía, al disfrute! La muerte no existe. La muerte simplemente es dejar el cuerpo físico, si quieres.
-¿Cómo que si quieres…?
-Te lo puedes llevar. Mi bisabuela era chichimeca, me crié con ella hasta los 14 años, era una mujer prodigiosa, una curandera, mágica, milagrosa. Aprendí mucho de ella.
-Ya se la ve a usted sabia, abuela.
-El poder del cosmos, de la tierra y del gran espíritu está ahí para todos, basta tomarlo. Los curanderos valoramos y queremos mucho los cuatro elementos (fuego, agua, aire y tierra), los llamamos abuelos. La cuestión es que estaba una vez en España cuidando de un fuego, y nos pusimos a charlar
-¿Con quién?
-Con el fuego.
“Yo estoy en ti”, me dijo.
“Ya lo sé”, respondí.
“Cuando decidas morir retornarás al espíritu,
¿por qué no te llevas el cuerpo?”, dijo.
“¿Cómo lo hago?”, pregunté.
– Interesante conversación
-“Todo tu cuerpo está lleno de fuego y también de espíritu -me dijo-, ocupamos el cien por cien dentro de ti. El aire son tus maneras de pensar y ascienden, si eres ligero. De agua tenemos más del 80%, que son los sentimientos y se evaporan. Y tierra somos menos del 20%, ¿qué te cuesta cargar con eso?”.
-¿Y para qué quieres el cuerpo?
-Pues para disfrutar, porque mantienes los cinco sentidos y ya no sufres apegos. Ahora mismo están aquí con nosotras los espíritus de mi marido y de mi hija.
-Hola
-El muerto más reciente de mi familia es mi suegro, que se fue con más de 90 años. Tres meses antes de morir decidió el día. ‘Si se me olvida -nos dijo-, me lo recuerdan’. Llegó el día y se lo recordamos. Se bañó, se puso ropa nueva y nos dijo: ‘Ahora me voy a descansar’. Se tumbó en la cama y murió. Eso mismo le puedo contar de mi bisabuela, de mis padres, de mis tías…
-Y usted, abuela, ¿cómo quiere morir?
-Como mi maestro Martínez Paredes, un maya poderoso. Se fue a la montaña: “Al anochecer vengan a por mi cuerpo”. Se le oyó cantar todo el día y cuando fueron a buscarle, la tierra estaba llena de pisaditas. Así quiero yo morirme, danzando y cantando. ¿Sabe lo que hizo mi papá?
-¿Qué hizo?
-Una semana antes de morir se fue a recoger sus pasos. Recorrió los lugares que amaba y a la gente que amaba y se dio el lujo de despedirse. La muerte no es muerte, es el miedo que tenemos al cambio. Mi hija me está diciendo: ‘Habla de mí’, así que le voy a hablar de ella.
-Su hija, ¿también decidió morir?
– Sí. Hay mucha juventud que no puede realizarse, y nadie quiere vivir sin sentido.
– ¿Qué merece la pena?
– Cuando miras a los ojos y dejas entrar al otro en ti y tú entras en el otro y te haces uno. Esa relación de amor es para siempre, ahí no hay hastío. Debemos entender que somos seres sagrados, que la Tierra es nuestra Madre y el Sol nuestro Padre. Hasta hace bien poquito los huicholes no aceptaban escrituras de propiedad de la tierra. “¿Cómo voy a ser propietario de la Madre Tierra?”, decían.
– Aquí la tierra se explota, no se venera.
– ¡La felicidad es tan sencilla! Consiste en respetar lo que somos, y somos Tierra, Cosmos y Gran Espíritu. Y cuando hablamos de la madre tierra, también hablamos de la mujer que debe ocupar su lugar de educadora.
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