“Tras la muerte seguimos el viaje”, Entrevista a Paloma Navarrete.
Paloma Navarrete, psicóloga, farmacéutica, vidente y médium
70 años. De Santander, vivo en Madrid. Licenciada en
Farmacia y Psicología. Divorciada, con hijas y nietas. Investigo plantas
aromáticas en el Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias. Vivimos un
cambio de civilización. La conciencia individual continúa tras la muerte.
Entrevista a Paloma Navarrete:
Una señora bien
....En su aspecto y maneras no tiene nada de friqui, todo lo
contrario, pero eso no le impide tener la facultad de comunicarse con los
muertos. Para controlar sus facultades se formó durante tres años con un chamán
en Guatemala y cuando volvió estudió astrología, quirología, cábala…, y fundó
el primer gabinete de futurología de la capital. Llevaba una doble vida de
científica y bruja. Trabajó con Jiménez del Oso y con el padre Pilón
investigando fenómenos paranormales, algunos muy mediáticos, como los del Reina
Sofía, donde halló la existencia de ataúdes y cadáveres tras sus blancos muros.
Cuenta experiencias y conclusiones en Experiencias en la frontera (Cúpula).
Tras la muerte, ¿seguimos viaje?
Sí.
¿Cómo lo sabe?
Me han dado algunas pistas desde el otro lado. Mi bisabuela,
a la que no conocí, se sentaba en mi cama por las noches, me arropaba, me daba
un beso y se iba.
Qué susto.
Yo creía que les sucedía a todos los niños, hasta que se lo
conté a mis amigas y me dijeron que era una mentirosa. A partir de los 12 años
el más acá me tuvo muy ocupada, sólo utilizaba mis capacidades para averiguar
lo que iba a caer en los exámenes.
¿Y traficaba con las preguntas?
De una manera tremenda. Me casé con un diplomático,
embajador en Guatemala. Allí un chamán me enseñó a ordenar mis capacidades,
desarrollarlas y utilizarlas.
¿Para qué?
Para ver el futuro y comunicarme con los del otro lado que
de alguna manera siguen ahí, sin cuerpo pero con identidad. Suelen tener algo
pendiente o están perdidos.
¿Qué pasó cuando volvió a España?
Seguí con mi tema de farmacia y en paralelo monté un
gabinete de futurología. He colaborado con policías en busca de desaparecidos,
de secuestrados; y trabajé con el padre Pilón y su Grupo Hepta y el Equipo 13.
¿Con buenos resultados?
Sí. Ayudé a las Abuelas de la Plaza de Mayo a saber de sus
seres queridos secuestrados por la dictadura militar. Fue duro porque la
mayoría, pude verlo, fueron lanzados desde un avión, enterrados en cal viva…
Pero vi como uno pudo escapar, les di las características y les dije que
aparecería al cabo de un año.
¿Somos allí como hemos sido aquí?
Nos vamos con la misma personalidad, con el mismo carácter,
y vamos evolucionando y elevando la vibración energética.
Los malos ¿siguen siendo malos?
No, pero esas personas tienen una energía tan densa que les
cuesta mucho refinarla.
¿Y qué pasa con los animales?
Fui con el padre Pilón a una casa en la que se oían pasos,
se abrían y cerraban puertas y los juguetes de los niños se desordenaban solos.
Saqué mi bola de cristal, que es el medio que utilizo para comunicarme.
¿…Y?
Vi a un chico de 12 años enfadado porque no tenía a nadie
con quien jugar. Supimos después que era el hijo de los antiguos dueños de la
casa, muertos en accidente de coche.
¿Qué hizo?
Llamé al abuelo para que viniera a buscarle. Vino, pero el
niño no le hizo ni caso. Entonces apareció un perro de lanas. Cuando se
encontraron todo fueron besos y abrazos. Ese perro estaba esperando a su amo y
fue él el que se lo llevó tras de sí. Las mascotas que han tenido una relación
de amor con los humanos persisten en el otro lado.
Suena a película de Disney.
Sí, patrañas, pero luego vamos al registro, comprobamos
datos, vemos fotos… Ellos, los del otro lado, nunca mienten.
¿Pero qué sentido tiene todo esto?
Ayudarles a seguir su viaje, aprender sobre la conciencia
humana y averiguar cómo es la realidad en la que viven.
¿Qué hay de relevante?
Que existe una pervivencia de esa conciencia individual
cuyas posibilidades y potencialidades se multiplican muchísimo. Estoy
convencida de que la física cuántica nos va a dar muchas respuestas, y que todo
lo que yo he visto y veo ya no será un disparate.
Cuénteme algún caso excepcional.
Nos llamaron del Reina Sofía, los vigilantes de seguridad
estaban aterrorizados porque por las noches se les aparecía un fantasma (al que
llamaron Ataúlfo), y los ascensores, todos ellos desconectados del cuadro
eléctrico, se ponían en marcha solos. Recorrí el museo y vi en una pared blanca
dos muertos asomados.
¡Qué miedo!
Un hombre y una mujer. Estaban enfadados. El jefe de
seguridad que nos acompañaba me explicó entonces que el museo había sido un
hospital fundado con el beneplácito de Carlos III por una monja y un cura.
Ellos.
Sí. Durante las obras encontraron los féretros del cura y la
monja y como no sabían dónde meterlos los colocaron en ese sótano en la pared y
levantaron un muro de pladur.
Los fantasmas estaban molestos, claro.
Enfadadísimos. Se los llevaron y los enterraron en el
cementerio de la Sacramental de San Isidro. El Reina Sofía es un edificio
público y se pudo verificar todo lo que vi.
¿Y Ataúlfo?
Llegamos a otra sala y vi nítidamente a una serie de
personas vestidas con camisones sucios, atadas a la pared con cadenas y
gritando como locas. Uno se volvió hacia un lado y le dio un mordisco al
vecino. “Esta era la sala de locos furiosos”, dijo el jefe de seguridad.
“Cuando hicimos la remodelación quitamos las cadenas y las argollas de la
pared”.
¿Y eso cómo se soluciona?
Yo estaba viendo una impregnación, pero el del mordisco era
un loco que seguía paseándose: Ataúlfo. No quería irse, y ahí está, puede ir a
conocerlo.
*Fuente, y cortesia de la nota: guiacuerpomente.com
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