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martes, 26 de enero de 2016

TRAS LA MUERTE SEGUIMOS EL VIAJE, PALOMA NAVARRETE


“Tras la muerte seguimos el viaje”, Entrevista a Paloma Navarrete.

Paloma Navarrete, psicóloga, farmacéutica, vidente y médium


70 años. De Santander, vivo en Madrid. Licenciada en Farmacia y Psicología. Divorciada, con hijas y nietas. Investigo plantas aromáticas en el Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias. Vivimos un cambio de civilización. La conciencia individual continúa tras la muerte.

Entrevista a Paloma Navarrete:

Una señora bien

....En su aspecto y maneras no tiene nada de friqui, todo lo contrario, pero eso no le impide tener la facultad de comunicarse con los muertos. Para controlar sus facultades se formó durante tres años con un chamán en Guatemala y cuando volvió estudió astrología, quirología, cábala…, y fundó el primer gabinete de futurología de la capital. Llevaba una doble vida de científica y bruja. Trabajó con Jiménez del Oso y con el padre Pilón investigando fenómenos paranormales, algunos muy mediáticos, como los del Reina Sofía, donde halló la existencia de ataúdes y cadáveres tras sus blancos muros. Cuenta experiencias y conclusiones en Experiencias en la frontera (Cúpula).

Tras la muerte, ¿seguimos viaje?
Sí.

¿Cómo lo sabe?
Me han dado algunas pistas desde el otro lado. Mi bisabuela, a la que no conocí, se sentaba en mi cama por las noches, me arropaba, me daba un beso y se iba.

Qué susto.
Yo creía que les sucedía a todos los niños, hasta que se lo conté a mis amigas y me dijeron que era una mentirosa. A partir de los 12 años el más acá me tuvo muy ocupada, sólo utilizaba mis capacidades para averiguar lo que iba a caer en los exámenes.

¿Y traficaba con las preguntas?
De una manera tremenda. Me casé con un diplomático, embajador en Guatemala. Allí un chamán me enseñó a ordenar mis capacidades, desarrollarlas y utilizarlas.

¿Para qué?
Para ver el futuro y comunicarme con los del otro lado que de alguna manera siguen ahí, sin cuerpo pero con identidad. Suelen tener algo pendiente o están perdidos.

¿Qué pasó cuando volvió a España?
Seguí con mi tema de farmacia y en paralelo monté un gabinete de futurología. He colaborado con policías en busca de desaparecidos, de secuestrados; y trabajé con el padre Pilón y su Grupo Hepta y el Equipo 13.

¿Con buenos resultados?
Sí. Ayudé a las Abuelas de la Plaza de Mayo a saber de sus seres queridos secuestrados por la dictadura militar. Fue duro porque la mayoría, pude verlo, fueron lanzados desde un avión, enterrados en cal viva… Pero vi como uno pudo escapar, les di las características y les dije que aparecería al cabo de un año.

¿Somos allí como hemos sido aquí?
Nos vamos con la misma personalidad, con el mismo carácter, y vamos evolucionando y elevando la vibración energética.

Los malos ¿siguen siendo malos?
No, pero esas personas tienen una energía tan densa que les cuesta mucho refinarla.

¿Y qué pasa con los animales?
Fui con el padre Pilón a una casa en la que se oían pasos, se abrían y cerraban puertas y los juguetes de los niños se desordenaban solos. Saqué mi bola de cristal, que es el medio que utilizo para comunicarme.

¿…Y?
Vi a un chico de 12 años enfadado porque no tenía a nadie con quien jugar. Supimos después que era el hijo de los antiguos dueños de la casa, muertos en accidente de coche.

¿Qué hizo?
Llamé al abuelo para que viniera a buscarle. Vino, pero el niño no le hizo ni caso. Entonces apareció un perro de lanas. Cuando se encontraron todo fueron besos y abrazos. Ese perro estaba esperando a su amo y fue él el que se lo llevó tras de sí. Las mascotas que han tenido una relación de amor con los humanos persisten en el otro lado.

Suena a película de Disney.
Sí, patrañas, pero luego vamos al registro, comprobamos datos, vemos fotos… Ellos, los del otro lado, nunca mienten.

¿Pero qué sentido tiene todo esto?
Ayudarles a seguir su viaje, aprender sobre la conciencia humana y averiguar cómo es la realidad en la que viven.

¿Qué hay de relevante?
Que existe una pervivencia de esa conciencia individual cuyas posibilidades y potencialidades se multiplican muchísimo. Estoy convencida de que la física cuántica nos va a dar muchas respuestas, y que todo lo que yo he visto y veo ya no será un disparate.

Cuénteme algún caso excepcional.
Nos llamaron del Reina Sofía, los vigilantes de seguridad estaban aterrorizados porque por las noches se les aparecía un fantasma (al que llamaron Ataúlfo), y los ascensores, todos ellos desconectados del cuadro eléctrico, se ponían en marcha solos. Recorrí el museo y vi en una pared blanca dos muertos asomados.

¡Qué miedo!
Un hombre y una mujer. Estaban enfadados. El jefe de seguridad que nos acompañaba me explicó entonces que el museo había sido un hospital fundado con el beneplácito de Carlos III por una monja y un cura.

Ellos.
Sí. Durante las obras encontraron los féretros del cura y la monja y como no sabían dónde meterlos los colocaron en ese sótano en la pared y levantaron un muro de pladur.

Los fantasmas estaban molestos, claro.
Enfadadísimos. Se los llevaron y los enterraron en el cementerio de la Sacramental de San Isidro. El Reina Sofía es un edificio público y se pudo verificar todo lo que vi.

¿Y Ataúlfo?
Llegamos a otra sala y vi nítidamente a una serie de personas vestidas con camisones sucios, atadas a la pared con cadenas y gritando como locas. Uno se volvió hacia un lado y le dio un mordisco al vecino. “Esta era la sala de locos furiosos”, dijo el jefe de seguridad. “Cuando hicimos la remodelación quitamos las cadenas y las argollas de la pared”.

¿Y eso cómo se soluciona?

Yo estaba viendo una impregnación, pero el del mordisco era un loco que seguía paseándose: Ataúlfo. No quería irse, y ahí está, puede ir a conocerlo.


*Fuente, y cortesia de la nota: guiacuerpomente.com

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