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viernes, 6 de diciembre de 2013

ESTIMADO Y TEMIDO HOMBRE TODOPODEROSO


Estimado y temido Hombre Todopoderoso:

Me dirijo a usted para hacerle llegar un
ruego que espero pueda ser atendido por
su parte. Seguramente habrá usted oído
hablar de mí, soy Dios, ese ser que los
suyos crearon hace muchos, muchísimos
años, cuando todavía su especie apenas si
se distinguía del resto de los animales.
Cuando el desconocimiento, el temor, el
deseo de protección y la ignorancia les
hacia tan vulnerables como cualquier otro
animal.

Me crearon ustedes a su imagen y
semejanza, adornado con todos sus
defectos y virtudes, en aquellos tiempos
primitivos era hasta divertido ser dios,
mejor dicho ser dioses, por que eran
demasiadas sus necesidades como para
crear un solo dios. Me crearon, pero me
crearon esclavo de sus creencias y
necesidades. Me imaginaron bajo distintas
formas y atributos. Cada nuevo creyente
me ataba, y me sigue atando, con sus
cadenas exigiendo de mi que le ayude a
paliar su dolor y su ignorancia.

Me crearon, nos crearon cuando todavía no
comprendían el mundo que les rodea y las
leyes que lo rigen. Cuando ignoraban que
podían existir leyes que rigen el mundo y el
universo. Por eso me crearon, nos crearon
tan disparatados, nos crearon con arreglo a
sus propias fantasías y temores. Tan
disparatado como solo la mente un niño
puede crear un ser inventado para que le
ayude. Mi historia Señor es muy triste, es la
historia de un ser creado para paliar sus
temores, sus ambiciones, su ignorancia y
sus enfermedades. 

Desde el primer
momento se me utilizó como justificación
de todos los desmanes y egoísmos propios
de su especie. Se me utilizó para justificar
sus enfrentamientos, para justificar el
poder que algunos hombres se atribuían,
para que unos hombres dominaran a otros,
para imponer sus normas y sus creencias
diciendo que procedían de mí. Para que
unos hombres se proclamaran portavoces
de mi voluntad descalificando, en mi
nombre, a todos aquellos que no creían en
sus palabras.

Desde el primer momento ustedes crearon
guerras entre nosotros para justificar sus
intereses. Nos utilizaron para justificar sus
deseos de conquista, para vencer al
contrario, para someterlo. Nos utilizaron
para justificar la inmensidad de muertos,
heridos, torturados que esas guerras
generaron y generan. Nos utilizaron para
justificar sus odios, su voracidad, sus
deseos de venganza. No creo que haya
maldad en que ustedes no hayan invocado
mi nombre. 

Creo Hombre, que no ha
habido ocasión en su historia personal y
colectiva donde no se haya invocado mi
nombre, o nuestros nombres, para
defender sus intereses manifiestos y
ocultos. En mi nombre, en nuestro nombre
se han cometido y se siguen cometiendo
infinidad de matanzas, crímenes y tropelías
que no tienen más justificación que sus
propios intereses. Bajo la apariencia de
seres infinitamente poderosos no somos
mas que esclavos de sus creencias, esclavos
nos crearon y esclavos seguimos, y así
seguiremos mientras no nos liberen de esas
cadenas que a ustedes les parecen tan
justas, creyendo que nos alaban y que nos
gustan. Son las mismas cadenas con que los
poderosos de su especie les atan a ustedes
cuando dicen que interpretan nuestra
voluntad, nuestras palabras y nuestros
deseos.

Su especie, Hombre, ha avanzado mucho,
no tanto como debiera porque en nuestro
nombre también se ha procurado detener el
avance de su especie, se han forjado
mentiras inmensas, espantosas falsedades
destinadas a detener su avance, se han
matado y destruido a aquellos hombres y
obras que abrían brechas en las murallas
de la ignorancia. 

Pese a todo ha avanzado
lo suficiente para que ya no necesite creer
en seres mágicos creados por su
imaginación hace mucho, muchísimo
tiempo. Pese a todo hoy sabe que el
mundo, el universo se rige por leyes, no
por mi voluntad, no por nuestra voluntad.
Todavía les falta por descubrir las muchas
leyes que permanecen ocultas, pero sí
saben que esas leyes existen, aunque aún
no las conozcan. Ya no tienen necesidad de
nosotros, ya no tienen necesidad de seres
mágicos que guíen sus pasos en la
oscuridad y en la ignorancia. Tomen en sus
manos las riendas de su destino, averigüen
las leyes que rigen todo y déjenme,
déjennos descansar en paz.

No me usen para justificar sus ambiciones, sus deseos,
sus intereses, sus desmanes o sus
atrocidades. Por eso Hombre Todopoderoso
te dirijo esta carta rogándote que me
liberes de tus cadenas, de tus creencias, de
tu ignorancia y de tus miedos. Cada vez que
sientas la tentación de creer en mí
pregúntate quién ha creado a quién, si Dios
al hombre, o el hombre a Dios. 

Por eso Señor, Hombre Todopoderoso, 
te lo ruego, libérame de la esclavitud a que me tienes
sometido, deja que me disuelva en la nada
de la que un día me creaste, nos creaste, a
tu imagen y semejanza.


*Autor: Clemente Garcia.

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